Inglaterra y Francia son dos de los países más importantes del viejo continente y, a lo largo de su milenaria historia, han presentado alguna que otra desavenencia. Esta se ve reflejada también en aspectos que para muchos podrían pasar desapercibidos, como costumbres o censuras, pero en este artículo haremos hincapié en la creación de la baraja inglesa, uno de los inventos más internacionales que ha llevado el nombre de las islas británicas por todo el mundo. Su origen está lleno de curiosidades.

Antes de entrar en materia, cabe comentar que existen muchas otras agrupaciones de naipes, como la baraja española, pero la que mejor ha sabido adaptarse a las actividades que hoy en día cautivan más espectadores es la de picas, corazones, tréboles y rombos. Y es que uno de los juegos más populares que destacan en esta era tecnológica, como el pókerusa estos valores tan representativos para formar combinaciones y establecer un orden entre los jugadores. Dependiendo del conjunto que se consiga crear, en comparación con el de los compañeros, habrá o no premio.

Una baraja inglesa de origen francés

El origen de los naipes data y se ubica, según los historiadores, en las partidas de dominó de la Antigua China. Así fueron expandiéndose por el continente asiático hasta llegar a lo que ahora sería Europa. Y es que el primer documento europeo que habla de partidas de cartas como tal tiene fecha del siglo XIV en Barcelona y usaba la representación a la española: oros, copas, espadas y bastos. Al llegar a Francia, estos palos o familias se modificaron por los trébolescorazonespicas y rombos. Como figuras, usaban héroes literarios e históricos del país.

Años más tarde, por intercambios comerciales, estas barajas francesas llegaron a Inglaterra, donde fueron muy bien acogidas por la ciudadanía como pasatiempo. Viendo el éxito que significaba, en el siglo XVII se prohibió la importación de estas cartas, impulsando así la fabricación nacional. A su vez, se modificaron las figuras más valiosas por rasgos más simples, como las letras J (sota o sirviente), Q (reina) y K (rey), inspirándose de forma clara en los personajes de la realeza. No es de extrañar que se las conozca de forma popular como “cartas de la corte”.

Y es que, con la expansión del Imperio Británico por todo el mundo, se fue difundiendo su tipología de baraja como la más popular. De esta manera, cualquier juego estándar se podía practicar sin problemas con esta agrupación de cartas. Con el paso de los años, el número uno pasó a llamarse as, uno de los valores más altos en el ranking; y, como consecuencia de la llegada a los Estados Unidos, apareció la idea de jóker o comodín, muy usado en algunas prácticas como carta especial que sustituye a cualquiera de las otras.

Gran presencia gala en los juegos

Algo que muchos no conocerán es que estos juegos que ahora encontramos con gran facilidad en plataformas especializadas o en ciudades tan conocidas como Las Vegas, sinónimo de entretenimiento y espectáculo, son de origen francés. Si bien el nacimiento del póker sigue siendo toda una incógnita y las tragamonedas vieron la luz en San Francisco, el resto de opciones populares que podemos observar en los salones actuales, sean estos físicos o virtuales, tienen como punto de partida Francia.

Uno de ellos es la ruleta, en origen “roulette”, que se ideó en el siglo XVIII. Es cierto que anteriormente ya había pasatiempos que tenían que ver con los números y las casillas, pero la primera máquina que ofreció el movimiento rotatorio tan característico fue obra de Blaise Pascal. Primero se introdujo en París, donde rápidamente acogió los colores negro, rojo y verde para diferenciar el tipo de premios. De allí fue expandiéndose sin parar hacia el resto de Europa y, sobre todo, América del Norte.

Aunque muchos apuntan hacia España y otros hacia Italia con su baccarat, lo cierto es que el blackjack actual se dio a conocer en territorio francés. No es de extrañar que antes de desembarcar en los Estados Unidos se conociera con el nombre de “vingt-et-un”, haciendo clara alusión al número de puntos que debía intentar lograr el jugador. Nació en el siglo XVII y se practicaba con la baraja francesa, antes de salir de sus fronteras y ver cómo los naipes ingleses, al final, le ganaban el terreno.