El vuelto y el cambio, de viaje por San Francisco

Los yanquis usan la misma palabra («change») para el «cambio» (billetes más chiquitos o monedas del mismo billete que te estoy dando) que para el vuelto (me pagaste algo de $17 con un billete de $20, y te doy $3 de vuelto/cambio). Y aplica la similitud para describir mi situación ahora, después de volver de aquel viaje por California al que me fui hace poco más de 2 semanas. Porque acá estoy yo, vuelto y con cambio.

Vuelto porque ya estoy acá, porque fue un viaje increíble de volver a visitar lugares que conocí hace un tiempo, y hasta de conocer lugares nuevos y maneras nuevas de recorrer aquellos «viejos». Vuelto porque ya estoy en casa, con mi familia, con la gente que quiero, y haciendo las cosas que me gustan, otra vez desde acá.

Y el cambio lo traje encima. Fue un viaje tan espectacular como terapéutico casi. Recién salidito de algunas tormentas fuertes a nivel personal (y con algunos pronósticos de chubascos por un tiempo más), me reí tanto y disfruté tanto que me olvidé de algunas cosas, superé otras cosas, avancé con algunas cosas, y vuelvo renovadísimo y motivadísimo para todo lo que se viene.

Por si a alguien le interesa, seguro esté contando algo más del viaje en la edición de hoy y del Lunes que viene (cuando Iván -mi compañero de viaje- vuelva de otro pequeño viaje por trabajo) de Nada que ver, que se puede escuchar en vivo hoy Lunes a las 21 hs en la web de Radio Armonía. 🙂 Pero ésta es la idea (ahora tengo que ver si subir -y a dónde- las fotos… el video que tenga presentable va a ir a mi canal de YouTube!):

El viaje

A nivel práctico, viajamos en avión a San Francisco, viajamos en un Corolla blanco casi 0 KM por la Ruta 1 (la ruta de la costa, con montañas a la izquierda y grandes playas y olas a la derecha) hasta Santa Cruz (donde vimos surfear bastante, recorrimos playas, centro, y callecitas), seguimos viaje por Big Sur y Carmel (bosquecitos y arboles en medio de la montaña, todavía con playa a unos metros), recorrimos Santa Bárbara, Santa Mónica, Los Angeles, Las Vegas y San Diego.

San Francisco

En San Francisco nos persiguió y paró la Policía. Como en las películas. Sirenas, luces, auto atrás de tu auto, reflectorazo de luces, gritos de «apague el motor y no salga del vehículo», y demás asuntos. Ah, y vi un perro con corbata y lentes de sol. Y visitamos Alcatraz, una locura.

Santa Cruz

Compramos una gallega (GPS) que nos fue llevando hasta Santa Cruz. Allá paramos en el hotel de un señor MUY parecido a Apu de Los Simpson. Al principio fue medio bardero (imagino que a modo de defensa propia), y después nos hicimos amigos. Tanto que decidimos olvidarnos el registro del auto ahí y tener que volver al par de horas cuando nos dimos cuenta, casi saliendo para Los Angeles.

Santa Bárbara

En Santa Bárbara mi compañero de viaje (gran elección) descubrió que las construcciones «tipo arco» eran «iguales a las del pueblo del zorro». Y vibramos a fondo en un bar con la repetición de un Uruguay vs Ecuador de hacía un mes, que hasta último momento creímos estar viendo en vivo.

Pero en pleno desarrollo de las fechas de la NFL, había una necesidad de fútbol que hubiera permitido ver el partido que sea. Así que fue impagable sentir que veíamos fútbol en vivo. Y un par de días más tarde nos perderíamos los dos grandes partidos de Messi con la participación (a modo de extra de fondo) del resto de la Selección Argentina de Fútbol.

Santa Mónica

En Santa Mónica recién le agarramos la onda a los parquímetros. Y yo me compré una GoPro HD Hero 2. Dos días antes de que se anuncie la 3 a nivel mundial. El timing.

Las Vegas

En Las Vegas nos fuimos 3 dólares arriba de lo que entramos (todo suma), llegamos a pagar un motel 43 dólares la noche entre los dos, y  todavía estamos tratando de convencer al encargado de que nos gustan las mujeres (era todavía más barato si dormíamos en una matrimonial).

Los Angeles

En Los Angeles recorrimos Hollywood, vimos a las protagonistas de Pretty Little Liars paseando entre nosotros en un tour de los estudios de Warner Bros, yo vi a Lemon de Hart of Dixie (que inesperadamente, en la vida real es simpática y hasta le sonríe a la gente), paseamos por Long Beach, dormimos en el Barrio Chino con un Buda gigante encima en un hotel que bloqueaba Facebook, dormimos cerca del Teatro Chino y la Hollywood Boulevard, y supimos sufrir y parir el tráfico insoportable de la Ciudad.

Huntington y Newport Beach

En el camino entre LA y San Diego pasamos por Huntington Beach (increíble playa a la que un día voy a volver en un tremendo Camaro blanco con la futura mamá de mis hijos), nos metimos al helado mar de sus playas (basta de la mentira de que siempre está caliente el agua de allá), y recorrimos Newport Beach, cuna de nuestra queridísima The OC.

San Diego

En San Diego descubrimos una ciudad espectacular, con mucho surf pero mucha gran ciudad al mismo tiempo (cosa que por ahí un poquito le faltó a Santa Cruz, por ejemplo). Visitamos el Zoológico (que dicen que es uno de los mejores zoológicos del mundo) y el gorila y el tigre dormían. Y tuvimos nuestros únicos dos días decicados enteramente a ir a la playa. Los únicos dos días nublados de todo el viaje.

Huevaditas
  • No comí nunca, en todo el viaje, con cubiertos. Sólo en el avión de ida y vuelta. El resto comida chatarra y con la mano.
  • Abundaron las canillas con cara de sorpresa. Y las ídem con cara de toro ídem.
  • Encontramos un local que remataba todo lo que tenía adentro. Compré el juego de Prison Break para Playstation 3 a 60% de descuento. Y si encontraba como zafar de las complicaciones del transporte, me compraba una heladera de Coca-Cola que estaba terrible.
  • Por la abundancia de Mini Coopers, decidimos jugar al juego del «Poncho» pero con «Mini». Para el final del viaje teníamos los dos varias lesiones de grado 3 en los dos brazos. Y conocimos modelos y colores de Minis inesperados.

Si a alguien le interesa saber más, nos escuchamos en el Nada que ver de hoy. 😉