Aprender de todo

Estoy convencido de que hay ciertas verdades que uno termina aprendiendo en la vida por las buenas o por las malas. No lo leí en algún lado ni necesito ningún estudio de ninguna universidad estadounidense para convencerme de eso. Simplemente lo creo así.

Hay veces que tocan las malas de una, y nos toca algún sufrimiento, algún mal resultado, o alguna decepción. Y hay veces que primero vienen las buenas, y sólo el que aprende a sacar la lección en ese momento se salva de aprenderlo por las malas.

Ya sea aprendiendo de las experiencias de otro (por la vida de algún amigo o familiar, por las noticias de algún famoso, por algún material en película, libro o blog, etc), aprendieron de algo visto al pasar (de una hormiga puedo aprender que el trabajo en equipo -bien planteado y ordenado- llega más lejos que el trabajo individual, y del oso polar que cuando hace frío, mejor dormir -¿?-), o de cualquier manera, pero hay verdades que la vida en algún momento de nuestro paso por la tierra nos va a terminar enseñando.

De nuevo sin estudios universitarios prestigiosos que me amparen, yo creo que el truco está en «aprender a aprender de todo». En conservar ese espíritu de aprendizaje permanente. En no creer en ningún momento que ya llegamos a lo más alto, o a un punto en el que ya no necesitamos aprender más (y menos en 2012, con internet, y con las cosas cambiando a tanta velocidad). En saber que el aprendizaje es crecimiento, es mejora, es desarrollo.

Ejercitar el cerebro para encontrarle la vuelta hasta a las cosas más simples y transformarlas con un poco de voluntad en una lección de vida. La reflexión y el aprendizaje permanentes nos mantienen activos, vivos, frescos, y eso nos mejora la vida, nos hace avanzar. Y al aprender por las buenas vamos a estar mejor preparados para cuando vengan las malas situaciones (si es que vienen, a veces ese aprendizaje nos ahorra las malas y punto).

O sea que entender que de todas las situaciones se puede aprender algo, me hace aprovechar más las buenas y pilotear mejor las malas. 🙂