Longboard Sector 9 - BMS112CDespués de tanto romper las bolas, de tanto ver videos, de tanto deseo, y de tanta investigación de mercado por internet (Lita de Lazzari me daría un abrazo fraternal si supiera de mi entrega total por la causa), hace cuestión de 1 mes me compré un longboard.

Yo sé cuán careta suena comprarse un longboard. Y sé todavía más lo careta que suena que ese Longboard tenga en la parte de abajo la imagen de Bob Marley. Y ojo, lo banco a Bobby como banco a pocos, pero lo «usaron» tanto, que entiendo, sí.

Así y todo, hay una serie de imágenes de Bob Marley que me pueden y son las que lo tienen jugando al fútbol. Y hay una serie de longboards que me pueden y son los que son lisos, simples, color madera clarito con ruedas blancas. Así que cuando vi el longboard de la imagen no pude hacer más que desearlo.

Después de algunas idas y vueltas, inesperadamente lo conseguí en el país (en un local de Cristobal Colón) y lo compré. Lo anduve probando, rebotando, andando, y gastando. En los bosques de Palermo, por Libertador (TREMENDA Avenida de Buenos Aires), y por un salón a media cuadra de casa, envidia de los skaters del barrio y piso de la iglesia cristiana a la que voy.

Todo era color de rosas hasta que en una actividad que hacemos con skaters del barrio (en ese mismo piso), de la nada, se me partió la madera y temí la muerte lenta y dolorosa. Todo ésto a menos de una semana de comprarlo. Así que lo llevé al local esperando que tenga algún tipo de garantía.

Quise sacarle una foto antes, como para tener documentado. Pero era como sacarle una foto a un familiar muerto. Uno no piensa esas cosas. No se puede ser tan insensible.

Después de mirarme como si hubiera capturado un alien hincha de Velez (si un alien ya era raro, que encima sea hincha de Velez hubiera sido el súmmum), los pibes del local mandaron la tabla al Control de Calidad de Sector 9 (la marca del longboard, una de las mejores según varios amigos). 5 días después me cambiaron la madera y me llamaron para que vaya a buscarlo.

Ya en el llamado el pibe me dijo 5 veces (sin usar sinónimos) que era un tipo «muy afortunado» y que «es una excepción». Una vez en el local me recibieron con un «¿vos sos el pibe al que lo pisó el bondi?». Empezó como una joda, pero en toda la charla, incluso ya habiéndome entregado la tabla, nunca me creyeron el motivo de la ruptura. Parece que la marca, el tipo de madera (bamboo), y la tabla son tan buenas que era IMPOSIBLE que se me haya roto como dije (andando…).

Probaron con «te pisó un bondi», «te pisó un auto», y por descarte intentaron «saltaste MUY fuerte… no, olvidate, saltando es imposible». El más copado propuso que lo ataqué con una sierra eléctrica, y preguntó si «ésto» era «una cámara oculta para Jackass o alguna de esas boludeces».

Sin pagar un peso por el cambio (y teniendo claro que es una excepción, que en el capitalismo siempre gana la banca, y que no se me ocurra llevar a devolver alguna otra cosa porque debo estar en algún tipo de lista negra) me fui sin que ninguno de los pibes me crea que la rompí andando.

Al margen de ser una manera bastante idiota de arruinar el tremendo gesto de cambiarme gratis una tabla de varios cientos de pesos, fue una buena manera de comprobar de que posta es una marca con prestigio, y posta parece ser una tabla muy buena.

Así que ahora ya lo tengo en casa, volveré a andar por la vida como se debe. Y estaré a la espera de cuando me toque ir a Miami a andar por las costaneras con el nuevo juguete de Conz. Y lo que más les va a importar a ustedes: Voy a dejar de romper las bolas con que me tengo que comprar uno. 😛

La última. Así luce el longboard en mis hermosas piernas de modelo:

Longboard