Una de las grandes desventajas de trabajar en una oficina es tener que lidiar a diario con esas insensibles bestias rapaces en las que se transforman algunos compañeros de trabajo a la hora de la comida.
Para ellos, sacar un paquete o tupper de algo rico, o guardarlo en la heladera colectiva (incluso aunque tenga etiqueta con nombre y un «POR FAVOR NO TOCAR. GRACIAS!» en grande), es como sacar el guante blanco dando un llamado a batirse a duelo en una guerra gastronómica del todos contra todos.
Y es ahí cuando la oficina se transforma en una jungla tropical y uno se mete en una lucha por la supervivencia en la que sólo sobreviven a la hora del almuerzo los más fuertes o los mejor preparados.
En medio de ese complicado y hostil ambiente de trabajo y picoteo, se pueden distinguir al menos 5 perfiles de ataque de ésta especie rara de avestruz gastronómica:
- El Carroñero: Ataca cuando nadie lo ve, con velocidad para no ser descubierto. Es paciente y atento. A pesar de ser avestruz, tiene ojo de águila. Ficha el objetivo, cranéa una estategia, busca el tiempo indicado, y cuando te querés avivar, si te he visto no me acuerdo.
- El Depredador: Sobrevuela los lugares comunes de la oficina persiguiendo sigilosamente a cualquier portador (o posible portador) de algún tipo de comestible. Literalmente camina los espacios buscando a quién devorar.
- El Manotas: Con capacidad para comer a varias manos y atacar a varias presas a la vez, se ubica en el centro estratégico de la oficina y con silencio y habilidad manotea todo lo que tiene a su alcance. Una vez ubicado en el punto correcto, pica un poco de acá, un poco de allá, y se arma un almuerzo con la solidaridad ajena.
- El Basurero: Un astro de la digestión. En su vocabulario no existen las frases «Perdió la cadena de frío», «Está medio rancio», o «Tiralo que no lo come nadie». Simplemente no le hace asco a nada. Medio tostado encerrado hace 2 días en el espacio entre el microondas y la pared, más que desperdicio es un desafío para su organismo privilegiado.
- El Sociable/RRPP: Una vez que identifica un bocado, usa la labia para entrar en el círculo. De ahí en adelante, es un especialista en todo. Puede hablar de lo que sea con la fluidez necesaria como para confundir a la presa hasta que largue un sorbito, un mordisco, o una porción de lo que sea que tenga entre manos.
Pero claro que no es sólo una cuestión oficinista, sino que aplica a cualquier forma de la raza humana. Sin ir más lejos, yo tengo un recoveco especial en la heladera de casa (abajo, al fondo, a la derecha, pero no le digan a nadie) para darle asilo a cualquier bocado rico que no quiera o pueda compartir con los demás. Y ojo que no es egoísmo, es supervivencia.
Y como es una cuestión de estado que nos afecta a todos, hay una buena para identificar y denunciar a las avestruces de tus amigos. Pero atenti que la ganancia no sólo es moral: El avestruz más votado y su denunciante pueden ganar una orden de compra en Fravega por $2500 cada uno.
Además, con el hashtag #estanavestruz podés compartir en Twitter su modus operandi, los trucos y estrategias de trabajo de esas avestruces de la gastronomía.
Cuidate. Cuidanos.
«Post patrocinado», te nos vas cada vez más pa’rriba! Jajaja
jajaja vio usted lo que es ésto? Una locura! 😛 Me imagino que para fomentar mi ida para arriba ya es una de las principales usuarias de la aplicación de Knorr! ME IMAGINO! 😛