Al que no quiere leer más de política por un tiempo, lo entiendo totalmente, así que le resumí el post en dos frases (lo que está en grande) especialmente para usted, para que pueda leer rápido y volver a ver a Rial, o esas cosas interesantes que usted hace.

Ah, y por favor, entienda que es un desahogo necesario el siguiente (y me estoy callando bastantes otros).

Que De Angeli (y cuando digo De Angeli no digo el famoso «pequeño chacarero que se rompe el lomo de sol a sol», ni digo «todo el que esté de acuerdo con el campo»… digo De Angeli) se queje ahora de que los diputados aprobaron las retenciones móviles porque no conocen el campo, y que encima los ataque por pensar diferente me hace preguntar… ¿Para qué entonces juntar 1.000.000 de firmas para que esa misma gente que no conoce el campo y que es retrógrada y qué se yo que más, debata el asunto? O ¿Por qué hasta hace una semana les estaba chupando las medias, si eran unos soretes retrógradas, corruptos?…

¿Hasta hace poco no era una victoria que las cosas vayan al Congreso? Incluso pidió que se acelere el proceso y que se traten rápido «y no dentro de 3 meses» las cosas en Diputados (como finalmente pasó, aunque Clarín y demas yerbas no se encarguen de decirlo).

Ya me da una mezcla de bronca y asco el hecho de que De Angeli ataque «en calentón» a todo el mundo con tono provocador, y a los dos días le pida perdón «encarecidamente» haciendose el pacífico y «dialogador». Y eso me hace pensar… ¿No será mejor pensar las cosas antes de decirlas entonces?.

Que Quebracho siga existiendo y haciendo las bestialidades que hace, ya sobrepasa el asco, la bronca, el mal sabor de boca, las arcadas, la ira asesina, todo… y me hace pensar… ¿Por qué?

Que vaya la gente a escrachar a los diputados por votar a favor de las retenciones móviles, me hace pensar… ¿Eso es democracia entonces? Pero tal cual, «qué mala persona que es D’Elía», ¿no?

Que sigamos creyendo que todo el que no piensa igual que uno (incluso antes de escuchar sus argumentos) está pago, o le dan choripanes, o es «la gilada» (o varios otros insultos y descalificativos que personalmente llevo unos 120 días escuchando), me hace pensar… ¿Pero entonces quién es la gilada?

Y todo eso en conjunto me hace pensar lo que vengo diciendo desde hace un tiempo:

Por más que se haya levantado, se levante o se vaya a levantar gente honesta y con ganas de cambiar las cosas, como sociedad no la vamos a dejar. Porque como sociedad no nos merecemos que nos vaya bien.

Al que es honesto lo ensuciamos si no nos llega a beneficiar como queremos. Y en caso de que esté haciendo las cosas justas, pero que nos duela en el bolsillo, le hacemos un «cacerolazo». Y al que (democráticamente y con todo derecho) piensa diferente, le «cortamos la ruta», lo insultamos, lo subestimamos, o lo dejamos de escuchar (o de leer)… y sólo porque piensa diferente.

Y no me refiero sólo al conflicto del campo… diría que el conflicto del campo es sólo una parte mínima de a todo lo que me refiero. Nomás uso los ejemplos «gráficos» del cacerolazo y el corte de ruta.

Pero bueno, siempre fuimos a «lo más fácil de pensar», así que si lo más fácil es pensar que estamos como país única o principalmente por culpa de los políticos, sigamos pensando eso que así nos está yendo barbaro.

Mientras tanto yo voy a seguir pensando:

Empecemos a ser cada uno un ejemplo de un país mejor, incluso antes de reclamarselo a los demás.

Un ejemplo de tolerancia, de diálogo, de paz, de buscar lo mejor para todos… Un ejemplo de todas las cosas que ultimamente (por culpa de algunos o de otros) están faltando.