Me quema el cerebro el sólo hecho de meterme en la cabeza de alguien que tenga 50 o 60 años y los haya vivido todos en Argentina, viendo pasar su historia. A mi con 21 ya me da asco ver como ahora, «aprovechando la volada» del conflicto de las retenciones, vuelven a renacer (y los volvemos a escuchar) personajes impresentables de nuestra amnésica historia de pueblo.

Vuelve a hablar Cavallo en televisión y en los diarios, y lo volvemos a escuchar. Ese que fue (cito de los diarios que encontré en Google) «el hombre más odiado de la Argentina». El de la convertibilidad y el corralito, el mismo. Ahora viene a dar consejos y soluciones para sacar a un país de una crisis (!!). Y lo escuchamos.

Menem (¡MENEM! todavía con causas por… CONTRABANDO DE ARMAS) habla en televisión, en radio, en los diarios, ¡EN EL SENADO! y lo seguimos escuchando.

Si alguno lee desde el exilio, sepa que sí, es el mismo Cavallo y el mismo Ménem de aquellos tiempos. Y hoy aconsejan, se quejan, «denuncian»… y los escuchamos.

Creemos que putear y amenazar con gestos a jueces es «democracia».

Periodistas, diarios, grupos, «representantes» que apoyaron la dictadura (esa en que se murió mucha gente, ¿te acordás?) hoy hablan, o escriben… y sus notas son las más leídas, sus entrevistas las más escuchadas.

De ninguna manera estoy diciendo que no hay que dejarlos hablar. Que hablen con la demencia senil que varios parecen tener. Pero por respeto a un montón de cosas, por dignidad, por asco, bronca, porque todavía sangra la herida, o por el motivo que sea, ¡ni los tendríamos que escuchar! ¡Por decisión propia!

Un tipo (generalmente con un piloncito de asesores que se fijan que conviene decir o votar) dice lo que querés escuchar y de golpe le prestás atención y lo apoyás ¡como si no hubiera pasado nada!.

No hay juicio, no hay memoria, y ni hablar de análisis. Pero por lo menos memoria. Hasta los perros se acuerdan y le escapan al que de chiquito les pegaba.

«Los pueblos que no tienen memoria están condenados al fracaso.»