En éste último tiempo estoy pasando por varios «nuevos comienzos» a la vez, en diferentes áreas. Algunos voluntarios, algunos intencionales, algunos que tocan así (y que no es obligatorio, pero que lo más sano es volver a empezar), y algunos que no dejan otra que empezar de nuevo.

Y aunque las crisis o los cambios suelen aterrar a mucha gente, yo en general los llevo bien. Se complica un poco cuando vienen todos al mismo tiempo, y cuando algunos son tan de base, pero los entiendo como necesarios, como pasos que hay que dar para mejorar lo que soy, lo que tengo, lo que hago, o lo que quiero.

Y hasta me parece más lógico entender, reflexionar, revisar, y aplicar, que quedarse mucho tiempo explicando lo inexplicable, defendiendo lo indefendible, o hasta quedarse queriendo hacer resistir a cosas que NECESITAN un cambio para mejorar.

Creo que el sufrimiento hasta cierto punto es natural y necesario, y a partir de ahí es parte de una decisión. Cuando ya se hizo un duelo, cuando ya se lloró o lamentó lo natural y necesario, quedarse hundido en el barro tirándose uno mismo barro en la cabeza, volviendo a traer a la cabeza cosas que lastiman, o compadeciéndose de uno mismo, es una decisión.

Y sin caer en frases trilladas de árboles que no dejan ver bosques, ni cosas por el estilo (varias trilladas pero reales), pienso que muchas veces nos atamos tan fuerte a las cosas que se fueron que nos perdemos de un montón de cosas que vienen para adelante. Preferimos la virtualidad de eso que ya no tenemos más, que la realidad de lo que sí tenemos mirando para adelante.

Preferimos sufrir un rato más (porque «es lógico llorar en un momento así»), que salir a buscar nuevas alegrías, nuevas experiencias, nuevas vidas.

Mi propuesta entonces es cortar un poco con todo eso. Si es por amor, cortar con las canciones de amor y recordar que nadie es indispensable. Si es por otro tema, cortar con la nostalgia, la costumbre, o con eso que nos ata. «Soltar amarras«, como dicen algunos. Liberarse un poco de todo aquello que está podrido, que se terminó, que seguimos manteniendo por inercia o por miedo. Cambiar lo que necesita un cambio. Y salir a buscar ese cambio.

Dando vuelta la página, empezando de cero. Arrancando de nuevo con las fuerzas recargadas, con la esperanza intacta. El ejemplo más claro que tengo de eso es la hinchada de Racing. Después de haber sido uno de los equipos más ganadores del país, la realidad dice que en los últimos 45 años Racing salió campeón una vez sola. Y así y todo, la hinchada arranca cada campeonato cantando «¡Este es el año, Academia (…) la vuelta vamos a dar!«.

No importan los «años» que pasaron antes, los problemas, las complicaciones, y todas esas cosas por las que cualquiera se rendiría. Empezar de nuevo es aprender de lo que pasó, sacar esa ganancia y dejarlo atrás, olvidarlo como si no hubiera pasado. Que no afecte ni tire para abajo. Es arrancar de cero, «olvidando lo que queda atrás», y acordándose que la vida queda para adelante. 🙂

Nuevos comienzos