En eso estuve pensando en éstos días. Yo siempre fui muy de depender de los demás, de alguna manera. No quiero decir que me dejaba «llevar por la corriente», o que no tenía voz propia, o demás frases comunes que por lo menos yo asocio con la anterior.

Soy bastante independiente, pero siempre en el fondo y sin darme cuenta tuve la sensación de depender de alguien. De algunas amistades, de alguna chica, de algún «referente» (algun conocido de esos que considero ejemplo), o algo así.

El problema de eso es que las demás personas son, justamente, personas. Y van a fallar, o van a tomar otros caminos, por cosas de la vida. Entonces, hoy el que alguna vez era mi grupo de amigos cambia (aunque uno siempre sueña con tener el grupo de amigos estilo «Friends» o «How I met your mother»), o alguna persona «clave» (amigo, pareja, familiar) cambia, o simplemente «desaparece».

Y aunque es algo obvio, a veces es bueno recordar que, aunque todas las personas son importantes, ninguna es imprescindible para nadie. Naciste y estabas sólo, y te vas morir sólo también (por más que al lado tuyo en la camilla del hospital tengas al Coro Kennedy completo).

Y el post suena bastante depre, pero no lo es. No estuve al estilo «Bridget Jones» comiendo helado sólo y triste, pensando en nada. Al contrario, en éstos días estuve en abundante y buena compañía, pero noté cambios en la gente que me rodea y me hizo pensar en éste tema.

Voy a valorar (más que antes) a la gente que me rodea ahora, pero entendiendo que, de nuevo porque es importante, nadie es imprescindible.